17.3.05

Comisura, con mesura

Se resbaló aquel beso,
en el punto donde tus labios son uno.
Se ahogo aquella lagrima,
en el punto donde tus labios son uno.
Encerraste la disculpa
en el punto donde tus labios son uno.
Maté mi pena,
en el punto donde tus labios son uno.
Mas en el momento
que quise de tus labios
los dos al tiempo
partió tu boca en dos un beso,
y quedeme de su comisura preso.





...

Nada es lo que parece, si no parece lo que yo quiero que parezca

16.3.05

Decisiones

Hay algo que empiezo a aprender de la vida. En la vida hay mucho adorno y mucho decorado, muchos minutos de relleno, pero la esencia pura de la misma, el día a día, el divagar por las venas del cuerpo corrupto y putrefacto del destino de cada uno, consiste estrictamente en elegir. Una elección tras otra, que nos van llevando por los nodos de un grafo infernal. Cuando no aprendemos bien la lección caemos en bucles eternos, a veces tan eternos como infinitos e insufribles.

El que tiene suerte en el transcurrir de su insulsa existencia, consigue tomar decisiones más o menos acertadas, o ni siquiera eso, a lo mejor simplemente consigue tomar sus propias decisiones, lo cual ya es bastante fortuna para un simplecillo mortal.

Lo que no acabo de comprender es para que nos sirven las decisiones que tomamos, o para que sirve el poner todo nuestro interés en tomar una decisión concreta. El fin de cada decisión que tomamos, es la consecución de un pequeño objetivo que nos hemos fijado, por ejemplo conseguir un trabajo, ascender en el trabajo, un novi@... El caso es, ¿de qué nos sirve para conseguir ese objetivo tomar una cierta decisión un otra?, y en cada caso, ¿qué recompensa obtenemos por poner todo nuestro esfuerzo en cada una de las decisiones? ¿de verdad influimos en sus consecuencias? yo no lo se y cada vez lo tengo menos claro.

Es increible la cantidad de ideas que se me están cruzando por la cabeza, como si fueran luciérnagas desorientadas en un bote de cristal dentro de la mochila de un niño. No se mu bien como seguir, así que voy a aprovechar el filón y voy a intentar que de esta idea salgan por lo menos un par de posts más. Lo que si puedo deciros es que, aunque aun no comprendo muchas cosas de este mundo, creo que gran parte de la satisfacción personal de cada uno radica precisamente, en el ainco y las ganas que le pongamos a la toma de cada una de esas decisiones, tengamos poder o no para influir en las consecuencias provocadas por nuestras decisiones, creo que la tranquilidad del alma solo se puede conseguir si en lo más hondo de nuestro ser estamos completamente seguros de que hicimos todo lo que pudimos.

He dicho.

10.3.05

Hay días

Hay días, si señor hay días que si, hay días que tampoco, hay días que no. Hay días impares, los hay grises, los hay rojos al atardecer, azules al medio día, verdes en primavera. Hay días largos, oscuros, claros, hay días que parecen noches, hay días en que siempre es de día. Hay días que son primeros de mes, hay días en cuestas de enero y días que no existen en Febrero. Hay días al final de la semana, al principio y en el medio. Hay días calurosos, frios, humedos, pegajosos, lluviosos. Hay días pares y sobre todo hay días a pares, y pares de días a pares y en lotes de 30, 31 y ediciones especiales de 28, pero siempre a pares.

Los días pueden ser de otro, o de todos, o de algo. Hay días festivos y días del trabajo, hay días historicos en la historia de los días. Hay días derechos, días torcidos, hay días de santos, de vírgenes de martires y de santas.


Resumiendo, que será por días...El caso es que yo hoy tengo un día, o mejor dicho, o mejor dicho lo mejor dicho: mejor escrito, hoy he tenido un día. No me ha salido feo, al fin y alcabo los hijos de uno, aunque sean días, nunca son feos, pero en serio, este día no me ha salido feo.
Ha sido un día más, un día intrascendente, pasajero, de rutina. Que importante cuando una mandarina como yo llega a un árbol nuevo como este, es tener un día de rutina, un día más.
Un día en el que no ha habido que sacar leche de las pepitas a base de darle vueltas a algo. Mis gajos han ido de un lado para otro sin darle la paliza ni a mi fibra interior ni a las pepitas, ni a nadie. Han hecho sus gajadas sin consultar, porque ya sabían lo que tenían que hacer. Han hecho alguna cosa mejor que otra, pero en general no han dado la paliza, no nos han hecho plantearnos nada a mis pepitas ni a mi.


Hay veces, que nos quejamos de hacer siempre lo mismo, pero cuando lo hacemos no somos conscientes de lo que nuestros gajos necesitan saber que están en una monda conocida. Quiero decir, no nos damos cuenta de lo necesaria que es a veces la estabilidad que ofrece la rutina. Dejando metáforas mandarínicas a un lado, desde que estoy en este mounstruo de sabana de asfalto, ácidos gaseosos y mala ostia en general, no había pasado un solo día en que al llegar a casa no tuviera el cerebelo loco de darle vueltas a pequeñas cosas. Esa sensación de depredador en guardia que te produce el no encajar, el plantear y replantear absolutamente todo. Pero las mandarinas somos bichetes vivientes basados en las costumbres, y de pronto un día nos sorprendemos a nosotros mismos haciendo algo que nos imponía respeto o para lo que nos sentíamos torpes, con la mayor naturalidad del mundo. Es entonces cuando podemos estar seguros, que ya estamos abriendo brecha en la corteza y que estamos más cerca de abrir via directa a la savia fresquita de la felicidad.


He dicho.


[by Zuto, Mondarino's inside]

3.3.05

El día ha empezado...

Es temprano, es muy pronto, muy temprano, de hecho, es por la mañana, no se muy bien si hay ruido, no se muy bien si hay silencio, solo estamos Quique Gonzalez y yo.

Hace frio, yo no lo noto, pero hace frio. No veo, he respirado fuerte al salir del portal y mi propio vaho ha empañado los cristales de mis gafas.

Mi abrigo roza mis rodillas, estoy caminando, no veo, todo es amarillo, no, no es amarillo, es dorado, es el sol naciendo, saliendo del útero del horizonte de la mañana. Reflejando su llanto sobre el aluminio de las torres kío, como reflejado sobre la suave superficie de un lago, inundando todo con su luz. No hay lago, hay cristal, hay cristal y humo.

Hay ruido, hay ruido pero yo no lo oigo, solo estamos Quique Gonzalez y yo. La calle está repleta, unos van otros vienen, no se a donde, ni quien es el que va, ni cual es el que viene, ajenos a mi, pero conmigo.

Rojo, está rojo, verde, el muñeco está verde, suena el pítido, pero yo no lo oigo, solo estamos Quique Gonzalez y yo. El paso de cebra poco a poco se llena como si fuera una jarra de cerveza bajo la caña. Era todo espuma, ya se ha vaciado.

Ya no hay sol, ya no hay aluminio, todo está negro. Hay ruido, hay gente, hay coches, Quique se ha ido, es mi parada, es mi autobus.-"¡Hola Ángel! ¿Subimos?".

El día ha empezado...