15.12.05

Aullido

Se deslizaba un rayo de luna por la ladera de auqel monte, donde un rocío demasiado temprano, que sería escarcha en la mañana sin apenas sospecharlo, imprimía un reflejo aceituna sobre el raso, que se tornaba casi negro en las copas de los árboles, enfilados estos al cielo, parecían amplificarar igual que tubos de órgano, el aullido de aquel lobo de la manada extrabiado por herido.
Parecía la soledad vivir en aquel alarido, que se coló hasta mis huesos, mucho más adentro que el frío, y por ese frio de dolor doblado, al recordar todos los besos que nunca te he dado...