Se nos muere

Que se va, que se va, que ya van tres reanimaciones cardiovasculares y el tío no escupe el agua de la última ola y la arena de los tobillos se le empieza a secar, y por consiguiente a desprender de su pálida piel de moribundo. Si es que nada es eterno y mucho menos un mes, que aunque Agosto es de 31 ya vamos por 21 y el pobre empieza a dar sintomas de flaqueza, y es que en su juventud se quemó la piel al sol demasiadas veces y en la edad madura abusó del alcohol y según en que zonas, de otro tipo de sustancias. En fin, que Agosto es un anciano y a los que hemos decidido hacer del verano un periodo de espiación de pecados en la oficina, se nos acaba el chollo. Lo que antes parecía un cementerio, irremediablemente empezará a cobrar vida, en cosa de 5 días habrá que quitar las telarañas del telefono, los clientes volveran a la vida y la jaqueca recobrará la tan añorada 5ª o 6ª dimensión, perdida en la tranquilidad del verano, que mientras todos vosotros, ápaticos insaciables de cerveza y chiringuito, estabais perdiendo vuestro tiempo al solecito de Benidorm, un servidor disfrutaba de su trabajo (o de la ausencia del mismo), a la sombrita de un buen fluorescente de edificio de oficinas y la fresquita y "dulce" brisa del aire acondicionado de los edificios de Madrid.

La cosa: se nos acaba el chollo a todos. El experimento: resultado OK, unas dulces y perfectas vacaciones, eso si presenciales en la oficina sin sol y sin bañitos, pero vacaciones al fin y al cabo. La última semana una dulce presión ejercidad por un jefe de buen humor, que ve como se acercan sus vacaciones y todo lo que haces le parece perfecto, aysss... ha sido bello mientras ha durado, ahora solo queda suspirar por esa deseada segunda semana de Septiembre y pedirle al sur que conserve su sol una semanita más y espere por mi culo, que tambien tiene derecho a estar moreno, aunque se vaya de vacaciones en Septiembre.

El hogar, quitando que a ratos lo único que lo ha diferenciado de un horno, ha sido que no pone TEKA en la puerta, no nos podemos quejar, dulce e insuperablemente decorado por una sandía de vivos colores, y salvadas unas tensiones iniciales propiciadas por la falta de costumbre del zumo de sandia y mandarina diarios, todo ha ido (está yendo) sobre ruedas. A veces, que digo, siempre se agradece tener un tiesto que regar distinto al propio.

Resumiendo, parece que la tortura autoimpuesta de soportar in situ el fuego del agosto capitalino está siendo soportada con exito e incluso con gusto. Eso si, tanto calor a la mondarina le seca y lo que son ideas para brillantes posts increibles de lectura impactante, pues no está el huerto. Así que ala, comer lo que haya en el plato que no está el mundo para desperdicios.

Gajitos para todos.