3.3.05

El día ha empezado...

Es temprano, es muy pronto, muy temprano, de hecho, es por la mañana, no se muy bien si hay ruido, no se muy bien si hay silencio, solo estamos Quique Gonzalez y yo.

Hace frio, yo no lo noto, pero hace frio. No veo, he respirado fuerte al salir del portal y mi propio vaho ha empañado los cristales de mis gafas.

Mi abrigo roza mis rodillas, estoy caminando, no veo, todo es amarillo, no, no es amarillo, es dorado, es el sol naciendo, saliendo del útero del horizonte de la mañana. Reflejando su llanto sobre el aluminio de las torres kío, como reflejado sobre la suave superficie de un lago, inundando todo con su luz. No hay lago, hay cristal, hay cristal y humo.

Hay ruido, hay ruido pero yo no lo oigo, solo estamos Quique Gonzalez y yo. La calle está repleta, unos van otros vienen, no se a donde, ni quien es el que va, ni cual es el que viene, ajenos a mi, pero conmigo.

Rojo, está rojo, verde, el muñeco está verde, suena el pítido, pero yo no lo oigo, solo estamos Quique Gonzalez y yo. El paso de cebra poco a poco se llena como si fuera una jarra de cerveza bajo la caña. Era todo espuma, ya se ha vaciado.

Ya no hay sol, ya no hay aluminio, todo está negro. Hay ruido, hay gente, hay coches, Quique se ha ido, es mi parada, es mi autobus.-"¡Hola Ángel! ¿Subimos?".

El día ha empezado...

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