10.3.05

Hay días

Hay días, si señor hay días que si, hay días que tampoco, hay días que no. Hay días impares, los hay grises, los hay rojos al atardecer, azules al medio día, verdes en primavera. Hay días largos, oscuros, claros, hay días que parecen noches, hay días en que siempre es de día. Hay días que son primeros de mes, hay días en cuestas de enero y días que no existen en Febrero. Hay días al final de la semana, al principio y en el medio. Hay días calurosos, frios, humedos, pegajosos, lluviosos. Hay días pares y sobre todo hay días a pares, y pares de días a pares y en lotes de 30, 31 y ediciones especiales de 28, pero siempre a pares.

Los días pueden ser de otro, o de todos, o de algo. Hay días festivos y días del trabajo, hay días historicos en la historia de los días. Hay días derechos, días torcidos, hay días de santos, de vírgenes de martires y de santas.


Resumiendo, que será por días...El caso es que yo hoy tengo un día, o mejor dicho, o mejor dicho lo mejor dicho: mejor escrito, hoy he tenido un día. No me ha salido feo, al fin y alcabo los hijos de uno, aunque sean días, nunca son feos, pero en serio, este día no me ha salido feo.
Ha sido un día más, un día intrascendente, pasajero, de rutina. Que importante cuando una mandarina como yo llega a un árbol nuevo como este, es tener un día de rutina, un día más.
Un día en el que no ha habido que sacar leche de las pepitas a base de darle vueltas a algo. Mis gajos han ido de un lado para otro sin darle la paliza ni a mi fibra interior ni a las pepitas, ni a nadie. Han hecho sus gajadas sin consultar, porque ya sabían lo que tenían que hacer. Han hecho alguna cosa mejor que otra, pero en general no han dado la paliza, no nos han hecho plantearnos nada a mis pepitas ni a mi.


Hay veces, que nos quejamos de hacer siempre lo mismo, pero cuando lo hacemos no somos conscientes de lo que nuestros gajos necesitan saber que están en una monda conocida. Quiero decir, no nos damos cuenta de lo necesaria que es a veces la estabilidad que ofrece la rutina. Dejando metáforas mandarínicas a un lado, desde que estoy en este mounstruo de sabana de asfalto, ácidos gaseosos y mala ostia en general, no había pasado un solo día en que al llegar a casa no tuviera el cerebelo loco de darle vueltas a pequeñas cosas. Esa sensación de depredador en guardia que te produce el no encajar, el plantear y replantear absolutamente todo. Pero las mandarinas somos bichetes vivientes basados en las costumbres, y de pronto un día nos sorprendemos a nosotros mismos haciendo algo que nos imponía respeto o para lo que nos sentíamos torpes, con la mayor naturalidad del mundo. Es entonces cuando podemos estar seguros, que ya estamos abriendo brecha en la corteza y que estamos más cerca de abrir via directa a la savia fresquita de la felicidad.


He dicho.


[by Zuto, Mondarino's inside]

No hay comentarios: