2.4.05

Cuadros

Miro atrás y me da la sensación de que los cuadros de mi vida se han movido y los que están en su sitio han cambiado de marco o de color. Gracias a no se muy bien a quien (no quiero ofender a nadie, pero no me gusta darselas a Dios) positivo que es uno, todo parece mejor.
No se vosotr@s, pero en los días melancólicos (todos los que estoy solo [mis favoritos, salvo excepciones]), veo mis recuerdos como una gran sala, una sala blanca enormemente alta con un suelo de marmol brillante y resvaladizo. La sala tiene forma rectángular y en uno de los lados cortos, en un lateral, dejando el sitio justo con la esquina para que salve el marco, hay una puerta, lacada en blanco con una manilla de bronce, herrumbrosa por la parte de fuera y pulida y brillante por la de dentro, como si nadie la hubiera tocado para salir. En la pared frente a la puerta, justo en el medio y en lo alto del todo, inmediatamente debajo de la línea que forma la pared con el techo, hay un ventanuco, el único en toda la estancia, por él se cuela una luz amarilla e intensa, como la luz que sale entre las nubes de las lluvias de primavera, esos rayos amarillos que rompen la luminosidad de plata que consigue la conjura de las nubes de abril. Esos pocos rayos son suficientes para iluminar toda la habitación y se reflejan en el marmol blanco del suelo haciendo que tengas que llevar la vista siempre alta y no puedas dejar de mirar los cuadros, que nunca son como pensaste que fueron pintados.

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